En este tiempo inesperado, duro, sorprendente, cansado,
bonito, triste, agradecido…y todo a la vez.

Siempre digo (y siento) que la  ama fue un ejemplo  de Vivir y disfrutar la Vida, cada día, pero también me mostró una manera sabia, bonita y generosa de morir. Y de alguna manera aquella experiencia, aquel regalo, aquella manera de (re)conocer la Vida en cada esquina, de cada día, fue otro de los motivos que también estuvo detrás de los inicios de este maravilloso espacio muxotepotolobatero. Que  habla de Vida. Pero que también habla de muerte, que es parte de la Vida.

En aquel momento fui bendecida por la generosidad de aquella gran mujer, mi ama, que me regaló muchísima Vida también con su despedida.

Pero nunca pensé que iba a ser agasajada de nuevo con ese mismo regalo. Era un privilegio demasiado generoso. Pero está claro que la Vida sale al encuentro, una y otra vez.

Y aquí estamos aita. En estos días, de nuevo, de despedida. Decir adiós  otra vez.  Decirte adiós, poquito a poco. Suave. Entre sonrisas y también con lágrimas  (ya sabes que tus hijas han salido lloronas). Con toda la fuerza del cariño. Con el coraje de quien vivió más de una Vida. Con tu maravilloso humor. Con el dolor de imaginarme sin tí. Con esos ojos verdes que me siguen mirando.

Hay tanta Vida en esta muerte. Hay tanto agradecimiento y tanto reconocimiento  en tu mirada. Hay tanto de ti hoy, aquí y ahora. Que se anda  quedando para siempre en mi corazón. Estos días que deberían ser de llanto y dolor, las has convertido en días de casi, casi celebración. De infinita ternura… Y también de bendito  llanto y de dolor.

La tristeza habita en nuestro corazón, pero convive con un torrente inexplicable de agradecimiento por tanta Vida dada. Tanta Vida recibida, otra vez. Una y otra vez. Aita, tú me diste este regalo precioso, la Vida hace cuarenta y un años; Y estos días, me estás volviendo a regalar, de nuevo, mucha Vida, a manos llenas.

Has  regado con pura Vida las puertas del morir.

Por estos días de tanta Vida, aitatxo, eskerrikasko!

Ondoloin, descansa. Sigo aquí. A tu lado (en esta incómoda silla que me invita a seguir mirándote).
Mañana seguimos Viviendo juntos.

Y diremos juntos:  Eeeeegunon mundo!

aita

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