Esos diablillos traviesos que nublan la mirada. Taponan los desagües de la paciencia.
Y desequilibran el paso.

Angelitos sin corona que nos susurran alegría. Masajean las contracturas del alma
y facilitan el camino por donde habremos de transitar.

Es tiempo de… volar… ligero. Enfocarme en lo que sí está en mi mano, confiar (con una sonrisa)…
y hacerle caso al corazón. Y siempre… p´alaaaaante!!!
Eeeeegunon mundo!!!

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