Hay días en que sin saber muy bien por qué, deshaces el camino andado. Un pasito  atrás. Quizás para tomar impulso, o para leer en las pisadas que creiste dar. Hay momentos en los que las piernas pesan y el corazón necesita un respiro. Hidratar el ánimo y recuperar el paso.

Y hay días en que avanzas dos pasos. O dos mil. Y todo parece encajar. Se aligera la carga, se acelera el andar. Casi quisieras correr y llegar lo antes posible a ese lugar, que siempre es invitación a seguir caminando.

Pero más lento o más despacio, siempre se avanza. De a poquito a veces. A paso de gigante. ¡O al ritmo del cha-cha-cha! ¡Y siempre p´alante!

 

 

 

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